Ensayo Libre
Hasta ahora en el semestre, he hablado de bailes que no conozco muy bien o que no tienen que ver con mi vida personal. Ahora, quiero escribir de una experiencia personal con el baile y cómo es que un país puede definirse por el baile. Bolivia es un país en desarrollo con mucha pobreza, problemas con el gobierno, y muchos conflictos entre sus diferentes grupos étnicos diferentes. Pero, a pesar de todo esto, hay algo que todo el mundo tiene en común: el baile. Por todo el país el baile es prolífico y es un elemento central en la cultura de los bolivianos. Por eso, voy a hablar de mi propia experiencia con el baile en Bolivia, y también de la manera en que el baile afecta a la gente de Bolivia.
Fui a Bolivia el año pasado para visitar a una amiga que vive allá, y realmente no sabia mucho del país. Sabia las cosas normales, que allá crecen las hojas de coca, que hay un lago inmenso, y que La Paz es la capital. Lo que no reconocía, es que iba a conocer a personas humildes, generosas, y con un amor intenso por el baile. En Bolivia, no importa la ocasión, siempre es apropiado bailar. Una despedida, un convivio social, una cena informal – sin bailar no vale la pena juntarse. Cuando llegué en La Paz me alojé con unos amigos de mi amiga y ellos hicieron una fiesta de bienvenido para mí y, como se espera, bailamos. Hasta entonces, mi experiencia fue bailar con una pareja y movernos por todos lados, pero en Bolivia, no es así. Igual hay parejas, pero en vez de estar esparcidos en el salón, se forman dos filas y las parejas se ponen cara a cara y así bailan. No importan cual baile sea, la salsa, cumbia, o bachata, así se bailan.
Al principio no entendí muy bien por que así lo hacían, pero cuando empezamos a bailr los bailes nacionales, me enteré de por qué lo hacían en tal manera. Después de unas canciones de cumbia alguien gritó, “un nacional!” y empezó una música que nunca había escuchado antes. Se llama música folklórica boliviana y tiene un ritmo bien fuerte. No sabia qué hacer así que me quedé mirando a los que estaban en mis dos lados. Ellos empezaron a pisar muy fuerte hacia delante y detrás con un movimiento de los brazos. Y yo, siempre dispuesta a intentar y experimentar algo nuevo, me puse a pisar fuertemente con el grupo. Después de unas canciones así alguien sacó unos pañuelos y los distribuyeron para usar en el baile. Ahora, con una mano colocada a la espada y la otra agarrando el pañuelo, todos empezaron a inclinarse hacia la pareja y agitar los pañuelos y luego fueron en círculos pequeños alrededor de la pareja. Había un muchacho muy extrovertido quién nos dirigió con direcciones como, “a la derecha” y volteábamos a la derecho y luego gritó “izquierda!” y otra vez nos saltábamos para la izquierda. Después de todo eso, vino la parte más difícil del baile, un movimiento pequeño pero muy intrico que requiere mucha agitación de las caderas y coordinación de los pies. La primera noche, no lo pude hacer para nada. Pero, al despedirme del país, fue mi orgullo poder decir que había aprendido hacer este paso como las chicas bolivianas.
Aquí en este país, siempre necesitamos estar entretenidos con películas nuevas, conciertos en vivo, restaurantes sabrosos, y otras diversiones. En muchas partes de Bolivia, no hay lujos así y por eso la gente aprende a divertirse en maneras más sencillas. En parte, es por eso que el baile es tan popular en el país. No cuesta nada de dinero, solo se necesita altavoces para poner la música y un espacio grande. No importa si son diez personas o cientos, lo importante es un buen ritmo y otros con quién bailar. Esto me enseñó que no tengo que estar siempre probando los restaurantes o barras más nuevas o yendo a un lugar tras otro para estar feliz. Ni hace falta una comida extravagante o ropa nueva. Lo importante, más bien, son buenos amigos y tiempo para estar juntos. El baile es una fuerza sin igual que una a la gente, y en una manera, que me ha enseñado lo que es necesario para divertirme y estar contenta.
El baile es un fenómeno global, pero yo tengo un interés personal en tal actividad, no solo porque me gusta mucho participar en ella, sino porque he aprendido lecciones innumerables de una cultura fascinante y de yo misma por medio del baile. No debemos menospreciar el valor de una actividad que, en mi opinión, ha perdido su valor social en los Estados Unidos. Para mí, el baile significa una vida sencilla, pero feliz, porque se necesita pocas cosas, mucha pasión, y buena gente con quién estar.
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